El plan se cumplió como lo ordenó el Comandante en Jefe del Ejército de Los Andes, General San Martín, sin embargo, la salida se tornó lenta por dos razones. Primero debían atravezar el crecido Río de San Juan que carecía de puente y cuidar la carga delicada que no podía correr el riesgo de mojarse. Pólvora, cartuchos, cañones y fusiles debían conservarse de manera muy especial para su efectividad.
Luego de cruzar el río, la Columna se enfrentó con la segunda adversidad: dos días de travesía sin agua para hombres ni animales. Pero las cosas se normalizaron al llegar a Talacasto, la tercera etapa desde San Juan, ya que desde ese punto hasta el valle de Sotaqui no faltó pasto, agua ni leña.